viernes, 1 de julio de 2011

Vacaciones en Chernóbil, un documental de Quindrop




Vadzim tiene trece años y hoy se ha disfrazado de demonio en las fiestas de Sant Antoni, en un pueblo de Mallorca. Los rasgos de su máscara contrastan con su rostro angelical. Sin embargo Vadzim conoce muy bien el mal, vive en Bielorrusia, cerca de Chernóbil, en una zona donde la radiactividad se sigue cobrando la vida de sus habitantes. En pocos días, Vadzim y otros ocho niños más, acogidos durante las fiestas navideñas por familias de la isla, vuelven a su casa o a su orfanato. Vuelven al escenario de la guerra del futuro, donde el mal es invisible, hereditario, y pasa inadvertido entre el agua, la tierra y la gente.

Así comienza Vacaciones en Chernóbil, un documental de 30 minutos, dirigido por Marta Hierro y Alberto Jarabo, que pretende indagar en quiénes son y de dónde vienen los niños que cada año abandonan Ucrania y Bielorrusia para recibir atención médica y familiar en países de Europa Occidental. Niños a los que se cree que la radiación podría afectar deteriorando su sistema inmunológico, provocándoles mutaciones genéticas, disfunciones neuropsicológicas y cáncer, especialmente de tiroides. 

En 2011 se cumplen 25 años del accidente de Chernóbil. Los supervivientes coinciden en que lo que ocurrió y sigue ocurriendo no se puede comparar con nada: es una nueva faz del mal, un escenario de la guerra del futuro. Los campos están frondosos, fértiles, bellos, son aparentemente inocuos, invitan al cultivo, al consumo de sus productos, a disfrutar de la vida. Pero ocultan la muerte invisible, perpetuada a través de los años y de las generaciones.



Sin embargo, la radiactividad es sólo una parte del mal que afecta a estos niños. Un mal que se manifiesta en familias donde en muchos casos reina la pobreza, el alcohol y la violencia, en una estructura social dañada, fruto de la miseria, de la falta de  oportunidades, del deterioro mental y del ostracismo al que no sólo el accidente, sino la realidad económica y política, les ha condenado. 

Vadzim y el resto de personajes del documental, víctimas de la catástrofe de Chernóbil, hacen reflexionar sobre el mal de su sociedad, pero también sobre los riesgos, supuestamente controlados o no, de la energía nuclear. Sobre los beneficiarios directos o indirectos de la producción eléctrica con energía nuclear, y sobre la vulnerabilidad no sólo de las zonas más cercanas a las centrales, sino de todo el planeta. Tan ingenuo es caer en el alarmismo, como ignorar los riesgos.

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